MITO: Comer huevos aumenta el colesterol?

PARCIALMENTE CIERTO

A pesar de la variedad y la gran cantidad de nutrientes que contienen los huevos, estos alimentos siguen teniendo mala fama debido al colesterol que contienen.

Durante mucho tiempo, médicos y nutricionistas han recomendado un consumo limitado de huevos a la semana para evitar el aumento del colesterol en el cuerpo y, indirectamente, la aparición de enfermedades cardiovasculares asociadas (hasta un máximo de 2-3 huevos a la semana, aunque estas cifras no se basan en estudios científicos).

Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que esto no es más que un mito perpetuado debido a la falta de comprensión del funcionamiento del colesterol, considerando erróneamente que nuestro nivel de colesterol está directamente influenciado por el de los alimentos.

El colesterol es una molécula estructural presente en la membrana de todas las células del cuerpo. Se produce de forma natural en el hígado o se obtiene de la dieta cuando los alimentos contienen colesterol. Sin embargo, independientemente del método, el cuerpo necesita colesterol permanentemente.

Cuando comemos alimentos ricos en colesterol (como los huevos), no significa que nuestro colesterol aumente automáticamente, sino que el hígado deja de producirlo porque el cuerpo lo obtiene de los alimentos. Además, no todo el colesterol de los alimentos llega a la sangre, sino solo una pequeña parte.

El origen de este mito se encuentra en pruebas con animales realizadas a principios del siglo XX, que demostraron que alimentar a cobayas con alimentos ricos en colesterol (por ejemplo, mantequilla) se correlacionaba con el desarrollo de aterosclerosis.

Estos resultados también se extrapolaron a los humanos, a pesar de las diferencias en el metabolismo de los animales, acostumbrados a una dieta baja en grasas, y el de los humanos. Además, no se tuvo en cuenta el papel de las grasas saturadas en los resultados obtenidos.

Hoy en día, se sabe que el exceso de grasas saturadas y trans tiene un efecto mucho más pronunciado en el aumento del colesterol. Por lo tanto, reducir el consumo de alimentos que contienen grasas saturadas y trans (carne grasa, piel de pollo, productos lácteos grasos, mantequilla, margarina, etc.) es mucho más beneficioso para la salud que limitar el consumo de huevos.

La forma de cocinar los huevos también es muy importante: freírlos en aceite añade grasas saturadas, por lo que se recomiendan hervidos o preparados sin aceite.

Un estudio reciente (2013) realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Granada analizó la relación entre el consumo de huevos y factores que aumentan la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares (exceso de grasa, resistencia a la insulina, aumento de la presión arterial, niveles de lípidos) en 380 adolescentes.

Los investigadores no identificaron ninguna correlación entre el consumo de huevos y el aumento de los niveles de colesterol, y los resultados no se vieron influenciados por el nivel de actividad física de los jóvenes.

En los últimos años, las autoridades médicas a nivel mundial han comenzado a modificar sus recomendaciones con respecto a la cantidad de huevos consumidos, volviéndose mucho más permisivas, mientras que algunas ya no mencionan ninguna restricción con respecto a estos alimentos, como la American Heart Association o la British Heart Foundation.

El colesterol sigue siendo un tema complejo y controvertido, y tal vez las investigaciones futuras puedan proporcionar más evidencia para disipar el mito de la relación entre el consumo de huevos y el colesterol.

Bibliografía
Iris Maria -Autor Enciclo

Iris Maria

Autora especializada en divulgación de salud basada en evidencia.
La información presentada en este artículo tiene un propósito exclusivamente informativo y no sustituye la consulta, el diagnóstico ni el tratamiento ofrecido por un médico u otro profesional de la salud. Cada persona tiene necesidades diferentes según su edad, estilo de vida y estado de salud; por ello, estos contenidos no deben utilizarse como reemplazo de una evaluación médica profesional.
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