Mito: ¿Es el Azúcar Adictivo? La Verdad detrás de la Compulsión

PARCIALMENTE CIERTO

El azúcar (sacarosa), especialmente el azúcar blanco, se considera el principal enemigo de la salud y de una dieta equilibrada.

Una teoría que ha ganado mucha popularidad en los últimos años es su capacidad para actuar como agente adictivo, activando mecanismos neurobiológicos similares a los de las adicciones a sustancias.

Dado que no se puede establecer una conclusión definitiva sobre la adicción al azúcar, la literatura científica no invalida ni subestima su potencial adictivo.

En cambio, se considera mucho más relevante el papel de la sobreexposición a esta sustancia, es decir, la alternancia entre la restricción y la compulsión de azúcar en la dieta, que fomenta conductas similares a la adicción, y no los efectos neuroquímicos que el azúcar podría manifestar a nivel cerebral.

El mecanismo de restricción/compulsión

La adicción es un fenómeno adaptativo, una respuesta homeostática del cuerpo a la modificación inducida por la administración repetida de un estímulo que produce placer, comodidad y bienestar, y que se caracteriza por el deseo imperativo y compulsivo de revivir esas sensaciones. También se menciona el síndrome de abstinencia tras la interrupción de la administración del estímulo (azúcar), característico de las adicciones.

La terminología, la confusión entre «azúcares», «carbohidratos», y su frecuente atribución al aumento de peso involuntario, han propiciado la aparición de un comportamiento alimentario específico del hombre moderno, «siempre a dieta», que podría fomentar una adicción conductual asociada al consumo de azúcar. La adicción conductual no es sinónimo de adicción a sustancias.

La conducta desadaptativa se basa en la formación del hábito de consumir alimentos dulces con frecuencia, una etapa seguida de:

  • períodos de restricción/abstinencia (adopción de regímenes restrictivos de pérdida de peso, restricción severa de carbohidratos en la dieta, demonización del azúcar en los alimentos y culpabilización del aumento de peso o del fracaso del proceso de pérdida de peso);
  • períodos de compulsión, asociados a la pérdida de control voluntario sobre las conductas alimentarias, cayendo en la trampa de las repeticiones y llevando implícitamente fuertes sentimientos de vergüenza, culpa o actitud autodefensiva.

Adicción al azúcar: científicamente no validada

La activación del sistema de recompensa es una forma en que el cuerpo asegura su supervivencia.

Fisiológicamente, la conducta alimentaria está influenciada y regulada por mecanismos que involucran la activación del sistema de recompensa hipotalámico, mediado por encefalinas, endorfinas, dopamina, serotonina y GABA (ácido gamma-aminobutírico). Estos están involucrados en el surgimiento de una sensación de placer y comodidad, reduciendo implícitamente la ansiedad, cuando se consumen alimentos.

Estudios en animales han notado que la exposición repetida e intermitente al sabor de la sacarosa podría sobreestimular el sistema de recompensa y así aumentar los niveles de dopamina en el núcleo accumbens, alterar la sensibilidad de los receptores opioides, generando así compulsión y comportamientos similares a la “adicción” al azúcar.

Según ellos, la neuroadaptación (adicción física) ocurre bajo condiciones dietéticas específicas similares a la nutrición moderna, caracterizada por una mayor accesibilidad a la sacarosa como resultado del consumo voluntario, pero también involuntario en varias formas ( azúcar oculto en los alimentos).

Sin embargo, estos cambios neuroadaptativos inducidos por el consumo de sacarosa no son suficientes para desencadenar una adicción, ya que en los humanos predominan el componente conductual y la experiencia cognitivo-emocional con la comida. En 2016, el European Journal of Nutrition publicó una revisión

sistemática de la literatura científica sobre la adicción a la comida, especialmente al azúcar, que incluyó más de 100 estudios. La mayor parte de la investigación se basó en estudios neurocientíficos en animales, con una aplicabilidad limitada a los humanos. Estos estudios también consideraron el consumo de azúcar puro (sacarosa en diversas concentraciones), pero rara vez consumimos azúcar de forma aislada de otros componentes alimentarios.

Las conclusiones del estudio afirman que la adicción al azúcar es una idea fuerte y muy popular en la conciencia colectiva, pero enmarcarla en un contexto científico y patológico no es convincente.

Debido al impacto emocional y la naturaleza empática de la asociación de los términos «adicción al azúcar», este concepto podría ser útil o incluso válido desde una perspectiva de política de optimización de la salud con respecto a abordar el problema de la obesidad y/o el entorno alimentario obesogénico.

Adicción al azúcar, obesidad y trastornos alimentarios

A pesar de la popularización de la “adicción al azúcar” en los últimos años, no hay evidencia que indique entre individuos con trastornos alimentarios, a saber, obesidad, la existencia de antojos y compulsiones alimentarias como resultado bioquímico directo del consumo de un nutriente “tóxico” particular, como la sacarosa o el azúcar.

Dada la naturaleza multifactorial de la obesidad y los trastornos alimentarios que se manifiestan por el consumo excesivo de alimentos que suelen ser dulces y muy palatables (agradables al gusto), la “adicción al azúcar” como principal mecanismo causal del aumento de peso está profundamente incriminada y debatida.

Las personas que sufren de obesidad tienden a sentirse particularmente atraídas por los productos dulces, y el aumento del consumo de alimentos ricos en azúcares predispone a la obesidad, pero estas son asociaciones simples.

En realidad, no existen datos concretos que apoyen la hipótesis de la dependencia física del azúcar ni que demuestren el papel causal de la adicción al azúcar en el desarrollo de trastornos alimentarios o de la obesidad.

¿Adicción al azúcar o adicción a lo dulce?

Una vez más, la nutrición se considera de forma reduccionista: «El azúcar o la sacarosa causan adicción y activan vías neuronales similares a las sustancias adictivas opioides». Sin embargo, estudios en este campo afirman que un sabor dulce intenso —no solo el generado por el azúcar refinado, sino también el inducido por edulcorantes naturales y artificiales— supera los efectos de la cocaína en el sistema de recompensa en investigaciones realizadas con modelos animales.

Asimismo, el consumo excesivo de grasas y alimentos muy apetecibles se ha correlacionado en condiciones de laboratorio con cambios en los receptores de dopamina similares a los observados en el caso del alcohol y otras sustancias adictivas.

Cabe destacar que los productos dulces disponibles comercialmente también contienen mayores cantidades de grasas saturadas y trans industriales que les confieren su sabor específico e «irresistible».

Aunque la existencia de la «adicción al azúcar» en humanos no está científicamente confirmada, existen múltiples argumentos sólidos para limitar el consumo de azúcar y sus alternativas dulces.

Sin embargo, es prematuro reconocer la adicción al azúcar como una patología per se, dado que estos comportamientos similares a la adicción ocurren en el contexto de un acceso intermitente al azúcar y a los alimentos dulces y no son una consecuencia directa de los efectos neuroquímicos de la sacarosa.

Por lo tanto, consumir azúcar de forma saludable (máximo 10% de la ingesta calórica diaria, idealmente 5%) y evitar los extremos, el abuso y la prohibición total, representa el compromiso ideal para el equilibrio dietético y de peso.

Iris Maria -Autor Enciclo

Iris Maria

Autora especializada en divulgación de salud basada en evidencia.
La información presentada en este artículo tiene un propósito exclusivamente informativo y no sustituye la consulta, el diagnóstico ni el tratamiento ofrecido por un médico u otro profesional de la salud. Cada persona tiene necesidades diferentes según su edad, estilo de vida y estado de salud; por ello, estos contenidos no deben utilizarse como reemplazo de una evaluación médica profesional.
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